Orlando Costa en los medios
29/07/16 - Prensa Orlando Costa
Por Orlando Costa
Los cambios de dos siglos

Por Orlando Costa

 

Desde la revolución industrial y durante todo el siglo pasado se incrementaron los cambios atmosféricos que provocan notables variaciones en el clima.

El Secretario General de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Ban Ki Moon, afirmó que el cambio climático “es la mayor amenaza a la humanidad del siglo 21”.

Manifestaciones de otros líderes, como el Papa en su Encíclica Laudato Si, y las más altas autoridades de los países que negociaron el Acuerdo Climático Mundial logrado recientemente, indican un rumbo de cambios para las próximas décadas.

Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) a cumplir hasta 2030, aprobados por la Asamblea General de la ONU el año pasado, más el Acuerdo de la COP 21 realizado en diciembre en París y su posterior firma record de países comprometidos en Nueva York en el Día de la Tierra, constituyen importantes avances al respecto.

La temperatura media del planeta se incrementó casi 1ºC en un siglo desde la Revolución Industrial y se intenta evitar el riesgo creciente de llegar a los 2ºC en los próximos años, frenando la emisión de gases de efecto invernadero.

El nivel del mar aumentó 19 cm en el mismo período, pero si el calentamiento global no se estabiliza puede elevarse hasta casi un metro.

Los desastres naturales también aumentan en número e intensidad. Tormentas más fuertes, inundaciones, sequías, incremento de olas de calor, catástrofes más frecuentes, extinción de especies animales, expansión de enfermedades, etc.

Por otra parte, se estima que para 2030 necesitaremos un 35% más de alimentos, 40% de agua y 50% de energía si seguimos viviendo como hasta ahora, al ritmo actual de producción y consumo.

A mediados del siglo pasado la humanidad consumía la mitad de los recursos que la naturaleza proveía. En la actualidad necesitamos la capacidad de producción y regeneración de un planeta y medio, y si no hay cambios en 2050 se necesitará el equivalente a dos planetas.

A los 7.000 millones de personas que lo habitamos se le incorporarán 2.000 hasta 2050, ejerciendo más presión sobre los recursos naturales.

Con estos datos y proyecciones lo que se pone en cuestión es la sustentabilidad ambiental del desarrollo y la incertidumbre sobre las capacidades de las generaciones futuras para satisfacer sus necesidades de vida.

El término desarrollo, muy usado en estos tiempos, evolucionó desde su consideración original referida al crecimiento económico e industrialización, a los tres pilares consensuados en Río 92 para definir el desarrollo sustentable: crecimiento económico con equidad social y cuidado del medio ambiente. Pero la realidad nos muestra que no hemos avanzado en este sentido.

Mientras los países empiezan a implementar el Acuerdo Climático y se ponen en marcha los ODS, un proceso de urbanización creciente pone el foco en las ciudades.

Si consideramos que en las ciudades, que ocupan poco más del 1% de la superficie del planeta donde vive el 54% de la población, se produce entre el 60 y 70% de la riqueza, utilizando el 70% de la energía y generando el 75% de los gases de efecto invernadero, podemos concluir que es el ámbito propicio de actuación para los cambios.

En América Latina el 80% de las personas vive en áreas urbanas, y en Argentina un 92% con excesiva concentración en las grandes ciudades y sus conurbanos.

De modo tal que en el lugar donde vivimos y nos relacionamos, entre nosotros y con la naturaleza, donde se realiza gran parte de la actividad económica y se producen los impactos, es donde se necesitan políticas y acciones.

Promover el desarrollo en los territorios, con una agenda ambiental y climática compartida por los gobiernos locales con los actores económicos y sociales de cada comunidad, debería abonar el recorrido de este siglo para lograr una mejor calidad de vida.